No sólo es una tarea difícil, sino que muchas veces creemos que hemos logrado nuestro objetivo y luego vemos la pastilla en piso, al lado del plato de nuestro gato. He aquí algunos trucos que le ayudarán.
1.- Calmar al gato: Para eso, lo ideal es llamarlo a donde está su cuenco y darle algo rico: una sabrosa porción de pollo cocido o atún, así estará mejor predispuesto.
2.- Envolverlo en una toalla dejando su cabeza fuera: Una vez que el gato está envuelto en la toalla, ya está preparado para tomar su medicina. Otra manera de sujetarlo es tomarlo firmemente con las manos agarrando las patas delanteras de forma segura. Este gesto impedirá que el gato se mueva o trate de arañar a su dueño mientras toma su pastilla.
3.- Echar su cabeza hacia atrás y tomarlo de la mandíbula suavemente: Para dar la píldora al felino hay que agarrar con firmeza, pero mucho cuidado, el ángulo de su mandíbula. Para ello, los diestros deben colocar su mano izquierda (en caso contrario, hay que utilizar la derecha) por encima de la cabeza del gato. Su cara debe quedar descubierta. Hay que sostener la parte superior de su cabeza con la mano; los pómulos nos proporcionarán un cómodo agarre que permite sostenerle sin que sufra ninguna molestia.
El siguiente paso es echar la cabeza del gato un poco hacia atrás, de forma que su nariz quede mirando el techo.
4.- Darle la pastilla: Con la cabeza del felino echada para atrás, hay que sostener la pastilla con la mano derecha, entre el pulgar y el dedo índice; los dedos restantes pueden ayudar a mantener la mandíbula inferior abierta. Y la píldora hay que colocarla o dejarla caer lo más profundo posible, para facilitar que el animal se la trague. Cerrar su boca y mantener así.
Una señal para saber que lo ha hecho es que suele relamerse la boca con su lengua.
Sin embargo, muchos gatos son buenos embaucadores y es posible que luego vea la pastilla por el piso. Hay que esperar y asegurarse de que no va a escupir la medicina.
5.- Ofrecerle agua: Finalmente, dele agua mediante una jeringa. Esto le ayudará a tragar el medicamento y que este no quede en su esófago, a medio camino. Las pastillas y comprimidos administrados secos pueden depositarse en el esófago del gato durante un tiempo prolongado, causando molestias e incluso inflamación en ese órgano.