Hoy en día, hablar de adicciones es un tema bastante polémico, pues el debate ha comenzado a abrir el concepto, para enfocarlo no sólo en el consumo de sustancias psicoactivas tales como el cannabis, la cocaína, los opiáceos, la cafeína, las anfetaminas, la nicotina o el alcohol; sino que podríamos comenzar a hablar de conductas adictivas, es decir, hábitos que podríamos considerar inofensivos en sí mismos, pero que en circunstancias muy particulares pueden comenzar a erigirse como conductas muy patológicas, comenzando a afectar el desarrollo de las actividades cotidianas de quienes las padecen. Ejemplos de estas conductas son la codependencia afectiva, la ludopatía, la compulsión a las compras (oniomanía), adicción a robar (cleptomanía), ingestión de elementos no comestibles, o la compulsión a una alimentación “extremadamente sana” (ortorexia).
Dentro de estas conductas adictivas, una que está tomando mucho auge en la población en general, y que podría estar tomando características de epidemia, es la adicción a la tecnología. Con la llegada y la proliferación de las nuevas tecnologías, que además forman parte integral de nuestra vida cotidiana, muchas enfermedades se han incrementado aún más (como por ejemplo el síndrome del túnel carpiano), y han aparecido otras que antes ni siquiera existían (como deformaciones en el cuello y columna, producto de las posturas inadecuadas que adquirimos por la frecuente observación y manipulación del celular). Hoy en día, hemos comenzado a hablar de la adicción a los video-juegos, al celular, al internet, y más recientemente, a las redes sociales. Y aun cuando hay una verdadera polémica sobre si se trata verdaderamente de conductas adictivas, en muchos casos no están reconocidas como enfermedades en las clasificaciones normalmente consideradas válidas.
Sin embargo, el año pasado, la Organización Mundial de la Salud reconoció la adicción a los video-juegos como un desorden de salud mental, y la incluyó en la conocida Clasificación Internacional de Enfermedades, y entre los síntomas que definen esta conducta, el organismo menciona la incapacidad de la persona de controlar la frecuencia, duración e intensidad de las sesiones de juego, así como el deseo de seguir jugando a pesar de las consecuencias negativas.
Y, aun cuando estas conductas adictivas son usualmente asociadas a niños y adolescentes, la verdad es que el uso indiscriminado de nuevas tecnologías afecta a distintos ámbitos, permeando prácticamente en todos los hogares y entornos laborales, con una utilización cada vez más persistente de esas tecnologías. Como muestra no tenemos sino que voltear a nuestro alrededor en cualquier momento, y observar cuánta gente permanece con su mirada puesta en un equipo celular, tablet o computador, completamente enajenados del mundo exterior.
Básicamente, podemos considerar que estamos en presencia de una conducta adictiva cuando tenemos una actividad, objeto o comportamiento que se ha convertido en nuestro principal foco de interés, llegando al punto de preferirlo por sobre cualquier otra actividad, y generando daños físicos, mentales y sociales al individuo que exhibe esa conducta y a las personas alrededor de él. Dentro de las características que debemos tener en cuenta para identificar una conducta adictiva, tenemos las siguientes:
- Pérdida del control en la conducta: es la característica más importante de la adicción. El individuo no tiene control de su comportamiento, aunque cree tenerlo, y vuelve a la pantalla del celular, del computador o a la consola de videojuegos una y otra vez, sin poder decidir cuándo y cuánto tiempo estará detrás del aparato que ocasiona la adicción.
- Conducta compulsiva: el individuo está consciente de que su comportamiento es inadecuado, incluso logra darse cuenta que ya no le reporta placer sino que lo esclaviza a un aparato electrónico, sin embargo, repite la conducta de forma compulsiva una y otra vez sin poder parar.
- Pensamientos obsesivos: el individuo está constantemente pensando en la actividad que le causa adicción, en propiciar momentos para poder estar con el objeto tecnológico que le proporciona la satisfacción, en cómo lograr el tiempo, el dinero, la situación propicia, e incluso en cómo ocultar su conducta adictiva.
- Ocultamiento de la conducta: el individuo tiende a justificar ante los demás y ante sí mismo su conducta tecnológica obsesiva, con frases como “mi celular es un instrumento de trabajo”, “jugaré solamente hasta pasar de nivel”, “sólo quiero ver una publicación en Facebook”, e incluso llega al punto de ocultar su conducta ante sus allegados.
- Correlación con trastornos psicológicos: usualmente las personas adictas tienden a sufrir trastornos psicológicos como depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, entre otros. Incluso, las conductas adictivas sirven como un comportamiento que intenta controlar o minimizar los síntomas de estos trastornos.
- Síndrome de abstinencia: cuando el individuo intenta detener la conducta adictiva, y alejarse del objeto tecnológico que le causa adicción por un tiempo más o menos largo, aparecen síntomas de abstinencia, los cuáles están asociados a cambios de humor, cambios en los hábitos alimenticios, cambios en los hábitos de sueño, entre otros.
En todo caso, es importante señalar que las adicciones, cualesquiera que sean, nos sirven para evadir, para negar, para no aceptar la vida que tenemos en frente, para no percibir una realidad que de alguna manera nos parece dolorosa, y encerrarnos en un mundo que promete placer, lejos del sufrimiento y el constante pensar sobre las cosas que nos desagradan de la vida que tenemos.
El primer paso que necesitamos dar cuando sentimos que estamos ante una conducta adictiva es aceptarla, reconocer que estamos ante una situación que nos está dominando y nos tiene bajo su control, para de esta forma comenzar a trabajarla. Aceptarla nos abre una hermosa oportunidad de transformación, una maravillosa oportunidad de mirar hacia nuestro interior, comprendiendo aquello que queríamos ocultar con detrás de la adicción. Conectarnos con este proceso nos lleva a un importante trabajo de toma de conciencia en nuestra vida.
¿Qué podemos hacer para enfrentar estas adicciones?
- Comencemos por reconocer nosotros mismos y con nuestros allegados nuestra conducta adictiva bien sea con el dispositivo, aplicación o videojuego que está generando el problema. Pidamos apoyo y que nos hagan ver, con cariño y respeto, que estamos una vez más cayendo en la conducta.
- Busquemos actividades que nos sirvan para distraernos sanamente, y compartir con nuestros seres queridos, de forma tal que no nos veamos encerrados nuevamente en nuestra soledad y en nuestro espacio de ocio necesario.
- Saquemos del espacio íntimo los dispositivos que generan la conducta adictiva. Si dormimos con el televisor, computadora o consola de videojuegos en la habitación, simplemente retirémosla a un área común que nos haga más difícil recurrir al dispositivo cada vez que lo deseemos. Si el dispositivo que genera la conducta es el celular, no lo carguemos dentro de la habitación, sino fuera de ella, lejos de nuestro alcance en las noches.
- Busquemos ayuda especializada, pues no siempre es sencillo enfrentar una conducta adictiva.
¿Cómo podemos ayudarnos?
Existen varias herramientas que pueden ayudarte a enfrentar de mejor manera estas adicciones tecnológicas. Dentro de las más resaltantes:
- Psicoterapia: para que entiendas lo que origina tu situación adictiva detrás de la tecnología, y comprendas qué cosas de tu vida cotidiana te empujan a protegerte detrás de la pantalla de un dispositivo.
- Hipnosis: para romper conductas fijadas en ti, y generar nuevos patrones de conducta más cónsonos con lo que deseas vivir en tu vida y con los tuyos.
- Flores de Bach: para apoyar con las emociones que van surgiendo dentro de ti en la medida que vas enfrentando tu firme decisión de abandonar la conducta adictiva.