La diabetes afecta a 240 millones de personas a nivel mundial y se calcula que este número se incrementará “dramáticamente” hasta los 380 millones en el 2025. En Chile, aproximadamente 850 mil personas sufren de esta enfermedad. De ellas, el 90% corresponde a diabetes tipo 2, el 5% a tipo 1 y el resto, a diabetes gestacional.
En el cuerpo existen algunos órganos que, pese a no ser demasiado conocidos, resultan vitales. Uno de ellos es el páncreas, una glándula de aproximadamente veinte centímetros de longitud, que se aloja en la parte alta de la cavidad abdominal y que, entre las varias funciones que cumple, hay una que se destaca sobre las demás: es el único fabricante de insulina, una hormona imprescindible para el buen funcionamiento y aprovechamiento energético de la glucosa, o azúcar, como comúnmente la conocemos. Esto significa que, cuando por alguna razón el páncreas deja de producir insulina o lo hace en forma insuficiente, la glucosa –que debe llegar a los tejidos celulares- no se asimila y circula abundantemente por la sangre. Esta situación anormal da origen a la diabetes, una enfermedad que probablemente sea tan antigua como la humanidad, pero cuyas causas –y, por lo tanto, su cura definitiva- continúan siendo un misterio para los especialistas.
¿Qué es la diabetes?
La diabetes es una enfermedad en la que el cuerpo es incapaz de usar y almacenar apropiadamente la glucosa, lo que provoca su permanencia en sangre en cantidades superiores a las normales. Esta circunstancia altera, en su conjunto, el metabolismo de los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas.
Para comprender mejor la función de la glucosa, se podría decir que es un azúcar indispensable para la vida, el combustible que mantiene funcionando a pleno al cuerpo humano. Los cinco o seis litros de sangre que bañan las células del cuerpo sirven como medio de transporte para que ninguna de ellas se quede sin el preciado carburante. Así, la sangre suministra minuto a minuto unos 140 gramos de glucosa diaria al cerebro, que tiene la habilidad de tomar directamente del riego sanguíneo la dosis exacta que precisa. Pero hay otros órganos que no disponen de ese talento y no son capaces de adueñarse de la más mínima cantidad de combustible, aunque estén muriéndose de inanición; por lo tanto necesitan una aliado que les suministre ese preciado elemento. Al aumentar en la sangre los niveles de glucosa, por ejemplo después de una comida rica en carbohidratos, el páncreas libera unas minúsculas gotitas de insulina, la hormona que tiene la maestría de atrapar las moléculas de azúcar, que viajan libremente por el torrente sanguíneo, para guiarlas por el organismo y sensibilizar a prácticamente toda la maquinaria energética. Claro que, cuando algo falla en la síntesis y liberación de insulina, la glucosa se agolpa en la sangre sin poder ser aprovechada y se rompe el equilibrio: la diabetes entra en escena.
Pero, ¿cómo saber si una persona padece esta enfermedad? Muy simple: con un análisis de sangre y orina es posible detectar, según los valores de glucemia que arroje, si un individuo es o no diabético. Los índices normales de glucosa en la sangre oscilan entre los 90 y los 110 miligramos por cada cien mililitros de plasma. Más de 120 miligramos denuncian un trastorno en el metabolismo de los hidratos de carbono.
CÓMO SE DIAGNOSTICA LA DIABETES
El diagnóstico de diabetes se realiza ante la presentación de alguna de las siguientes situaciones:
1.- Personas con síntomas de diabetes (mucha hambre y sed, ganas de orinar frecuentemente y pérdida de peso, entre otros) y valores de glucemia en ayunas iguales o mayores a 140 mg/dl; o, en determinaciones realizadas en cualquier momento del día, iguales o mayores a 200 mg/dl.
2.- Personas sin síntomas clínicos, pero con niveles de glucemia en ayunas iguales o superiores a 140 mg/dl, repetidos en dos o más ocasiones.
3.- Individuos con cifras de glucemia en ayunas menores de 140 mg/dl, pero con factores de riesgo de diabetes Mellitus y que a la vez presentan valores de glucemia iguales o superiores a 200 mg/dl, 2 horas después de una ingestión de 75 gramos de glucosa. 4El diagnóstico de intolerancia a la glucosa se reserva para sujetos con valores comprendidos entre 140 y 199 mg/dl dos horas después de una sobrecarga de glucosa.
En aquellos casos individuales en que la interpretación de los resultados sea dudosa, se debe realizar una prueba oral de tolerancia a la glucosa con determinación de glucemia basal, a los sesenta y ciento veinte minutos. Se diagnostica diabetes en aquellos pacientes en que dos horas después de la carga de glucosa superen los 200 mg/dl. Cabe aclarar que no son métodos de diagnóstico de diabetes los dosajes de hemoglobina glucosilada, fructosamina, péptido C, o glicemias postcomidas.
El diagnóstico tampoco debe realizarse con tiras reactivar de visión directa ni con reflectómetros.
Un buen manejo dietético de la diabetes:
Si bien cada caso es diferente se propone un plan de alimentación básico que incluya: 2 a 3 tazas de leche o yogur, 1 presa de pescado fresco o en conserva, Pollo o Pavo (también se puede reemplazar por 1 huevo), 2 platos de verduras crudas o cocidas, 2 a 3 frutas o jugo de frutas naturales, 1 pan y medio a 2 panes de preferencia batidos, una o una y media tazas de legumbres cocidas 2 veces a la semana y el resto de los días arroz, fideos, sémola o papa cocida y 6 a 8 vasos de agua. Además recomienda usar poco aceite, tanto para cocinar como para las ensaladas y nada de azúcar, ésta debe reemplazarse por endulzante.
De acuerdo a esto, un ejemplo de menú podría ser:
- Desayuno: Marraqueta con quesillo y leche
- Colación: Manzana
- Almuerzo: Arroz con pollo y ensalada de lechuga y zanahoria. De postre, una naranja
- Colación: Kiwi
- Once: Leche y marraqueta con jamón
- Colación: Durazno
- Extras: Bebidas (4 vasos) y aceite.
Además, como recomendaciones generales, la especialista nos señala:
- Respetar los Horarios de comida, es decir, no dejar que pasen más de 4 horas entre una y otra comida.
- Reducir el peso en caso de presentar sobrepeso u obesidad.
- Realizar más actividad física, evitando el sedentarismo.
- Respetar las indicaciones del médico, respecto a la toma de medicamentos.
- Consumir hidratos de carbono provenientes de la harina integral (complejos) tales como: panes, pastas, cereales, arroz, legumbres, maíz, cebada, centeno, avena; cuya absorción es más lenta.
- Evitar los hidratos de carbonos simples, tales como: azúcar, miel, mermeladas, jaleas y golosinas, cuya absorción es más rápida.