Últimos meses del año con largas jornadas en el colegio y en el trabajo, donde las exigencias son cada día más grandes, y tanto niños como adultos deben permanecer gran parte del día frente a la pizarra, a la pantalla de la computadora, a cuadernos y a libros. Con todo ello, tienden a aparecer dolores de cabeza, mareos, fatiga y la visión se torna borrosa. Pero, cómo saber si nuestros niños sufren de alguna enfermedad ocular que perjudique su rendimiento escolar. Para ello, la mejor solución es llevarlos a un examen preventivo con el oftalmólogo.
El desarrollo de la visión se inicia al nacer y continúa hasta aproximadamente los 8 a 9 años de edad. Los niños pueden ser examinados desde que nacen y mientras antes se detecte el defecto o la enfermedad ocular, mejores serán las probabilidades de recuperación mediante un tratamiento oportuno.
Conductas claves
Los niños no tienen experiencia visual previa o bien podrían tener un solo ojo defectuoso, por lo tanto, es imposible que se percaten si están viendo mal. Allí radica la importancia de llevarlos al médico para que se realicen los exámenes oftalmológicos necesarios, para detectar anomalías y para evitar complicaciones futuras.
Para saber si un niño tiene dificultades para ver, debemos poner ojo en algunas conductas comunes. Por ejemplo, si le mostramos un objeto a un niño y éste debe acercarse para verlo o si guiña un ojo para leer o ver TV, es señal de que hay un problema visual.
Podemos hacer una prueba poniéndonos a la misma distancia que nuestro hijo de un cartel u objeto y taparnos un ojo y luego el otro y evaluar si vemos lo mismo. En general, un niño de 4 años de edad debe tener una agudeza visual similar a la de un adulto.
En caso de defectos ópticos graves el niño puede ser inseguro en lugares extraños, abiertos u oscuros.
Otra conducta que permite determinar la presencia de un problema visual es cuando el niño inclina o gira la cabeza para ver de cerca o de lejos, lo cual podría sugerir que tiene una desviación de un ojo o estrabismo.
Exámenes visuales
Para cada edad existen métodos de medición de la agudeza de la visión, la cual puede ser determinada mediante test especiales, incluso en los lactantes.
En un niño colaborador se puede realizar un examen similar a un adulto desde aproximadamente los 4 años de edad.
Cuando aún no conocen las letras o números, se utilizan figuras fácilmente reconocibles por los niños o la letra E de Snellen, la cual se presenta hacia arriba, abajo, etc. Y se le pide al niño que diga con sus manitos en qué dirección están orientadas “las patitas de la E”
Para los más pequeños o no colaboradores, se pueden realizar exámenes sencillos y no invasivos que permiten determinar que el ojo esté bien formado y la visión se esté desarrollando bien.
Muchas veces se utilizan fármacos en colirio que se instilan en los ojos y al cabo de 40 minutos relajan el músculo de la acomodación y permiten medir con exactitud la potencia óptica del ojo y prescribir lentes si fuera necesario incluso en un bebé.
Otras funciones visuales que pueden ser evaluadas son la visión de colores y visión de profundidad o estereopsis y el alineamiento de los ojos (estrabismo), las cuales pueden ser importantes para el desempeño escolar e incluso la elección profesional del niño
Uso de anteojos y elección adecuada
Los niños más pequeños reciben felices sus primeros anteojos porque es algo novedoso para ellos y aún no tienen complejos, y lo que más les importa es que con el uso de éstos pueden ver mejor.
Una situación totalmente contraria sucede con los niños que están en la pubertad, ya que en esa etapa ellos están más preocupados de su aspecto físico de la aprobación social, sobre todo por parte del sexo opuesto. De acuerdo al grado de complejo que les cause el hecho de usar anteojos, es bueno estudiar la posibilidad de cambiarlos por lentes de contacto.
A diferencia de lo que pensemos los adultos, los niños tienen bastante definidos sus gustos. Muchas veces son los padres los que suelen escoger modelos que están más a la moda.
Finalmente se aconseja a los padres que cuando lleven a sus hijos a la óptica, hagan que se prueben varios modelos y explíquenles bien su uso. También, recomienda que prefieran los anteojos con marcos firmes y sin tornillos, ya que éstos son más resistentes a golpes y a caídas.
No cabe duda, que los exámenes oftalmológicos preventivos son una muy buena forma de empezar el año y detectar a tiempo algún defecto o enfermedad ocular en nuestros niños, para otorgarles un tratamiento precoz y prevenir graves complicaciones futuras.