Actualmente, hablar del beneficio de las siestas en pediatría se ha vuelto un tema controvertido. El origen del debate tiene como protagonistas: los cambios culturales que tuvieron lugar, a nivel sociedad, en los últimos años y las nuevas exigencias con las que se enfrentan padres e hijos.
El pediatra no sólo es el médico del niño sino también de su familia y no se puede obligar a un niño a que duerma siesta, si dicha costumbre no está contemplada en su habitualidad. Para que un niño duerma correctamente en su primera infancia, hay que seguir una rutina tanto al acostarse por las noches como al dormir la siesta durante el día.
Por un lado, cuando el niño descansa, a nivel físico, presenta una disminución del metabolismo basal. Por eso, puede mantener todas sus funciones en correctas condiciones. La frecuencia cardiaca disminuye normalmente, lo mismo que la respiratoria y el sistema muscoesqueletico se relaja al descansar.
Por el otro, el dormir facilita la memoria de corto plazo porque ésta es susceptible a la presión diaria y más vulnerable.
El descanso en los bebés y en niños en la primera infancia
Ellos son más propensos a las siestas y eso se debe a que éstas funcionan como una buena alternativa para que no lleguen irritables a la hora nocturna. Sin embargo, cabe destacar que dicha práctica tiene que ver más con una postura de hábito hasta lograr que duerman toda la noche sin pausas nocturnas. Por lo tanto, irán dejando la siesta a medida que vayan creciendo.
- 16 a 19: son las horas que puede dormir un recién nacido.
- 12 a 15: duerme un bebé entre el cuarto y el séptimo u octavo mes de vida.
- 10 y 13: puede dormir un niño en la etapa que comprende del año a los tres.
Los niños deberían dormir en la misma habitación que sus padres hasta los cinco o seis meses de vida. Luego pasar a la propia.
En el segundo semestre de vida, el bebé puede llegar a experimentar la angustia del octavo mes, aunque cabe destacar que puede comenzar antes. A estas alturas, ellos han interiorizado el concepto de la existencia del otro, es decir, que su madre no es una prolongación de ellos mismos. Por lo cual, sienten angustia ante la ausencia física de su mamá. En ésta etapa es común que se despierten a la noche y lloren. Lo importante es que aunque se presenten éstos episodios sigan durmiendo en su propia habitación y no en la cama de sus padres. Sin embargo, se puede utilizar la compañía de objetos y la luz tenue.
No se cubren las horas necesarias
Cuando los niños no llegan a dormir todo lo que necesitan pueden mostrar signos evidentes de fatiga o incluso, problemas más sutiles que afectan al comportamiento. Si se establece la rutina adecuada, descansar durante el día no tiene por qué interferir en las horas de sueño nocturnas.
Dormir durante la tarde tranquiliza el estado de ánimo de los pequeños y facilita la conciliación del sueño por la noche. Al contrario, la fatiga extrema puede ser contraproducente y sobrexcitar tanto a los niños que, en este caso, la conciliación del sueño puede ser difícil.
Sin embargo, no existe ninguna norma establecida que diga que es obligatoria una siesta en los niños para optimizar su aprendizaje y/o atención. Pero sí se sabe, en cambio, que se necesita un mínimo de ocho horas de descanso para lograr este objetivo.
¿Cuándo las siestas resultan beneficiosas y cuándo no?
Antiguamente, un niño debía dormir una siesta de, por lo menos, dos horas para no comprometer su sistema de aprendizaje, poder controlar su actividad vespertina sin llegar agotado a la noche y así evitar que no logre descansar por estar sobrexcitado.
Junto a las transformaciones a nivel cultural, la vida cotidiana se ha vuelto más sedentaria. Los niños tienden a moverse cada vez menos y el ejercicio aeróbico ha perdido, casi por completo, el lugar que tenía en la vida cotidiana. De modo que, parecería hasta contraproducente indicar siestas a un chico que de por sí ya es sedentario y muchas veces, es preferible que duerma un mínimo de ocho horas nocturnas que es lo aconsejable para todo niño en edad escolar.
Obviamente, esto depende de muchas variables, como ser:
- Hábitos de los padres.
- Hábitos del niño.
- Actividad deportiva que realice.
- Si es sedentario y pasa largo tiempo frente a una computadora.
- Si concurre a talleres educacionales que están lejos de proponer algún tipo de actividad física al aire libre y perpetúan el sedentarismo.
Consejos a la hora de dormir
Cuando se detecten señales de sueño, por ejemplo, estar inquieto o frotarse los ojos, es aconsejable:
- Llevarlo a la cama para que sea consciente del acto de ir a dormir y concilie el sueño por él mismo.
- Acostarlos cuando estén somnolientos, es decir, que esté cansado y lo demuestre mediante bostezos y esté inquieto, pero no cuando estén activos y sin sueño.
- Que duerman en su propia cuna y/o cama respectivamente.
- Evitar hamacarlos o pasearlos en el cochecito, ya que, pueden acostumbrase rápidamente y tomarlo como un hábito.
- Mientras menos independencia para dormir tengan, más dependiente de sus padres se volverán.
- Generar un ambiente agradable en el que el niño pueda descansar.
- Quitar el televisor de la habitación de los más chicos.
- Evitar el uso de computadoras y demás artefactos en el mismo ambiente en donde el niño está tomando la siesta.
- Procurar que sea un espacio propicio para el descanso familiar.