La pandemia del COVID-19 nos ha planteado diversos y profundos desafíos en estos últimos meses, siendo algunos de los más relevantes: La importancia del autocuidado y el cuidado de otros; la relevancia de la salud mental para la vida y la toma de conciencia social desde un “yo” a un “todos”.
Respecto a este último punto, frente a preocupantes alzas de caso, luchas de pacientes por sobrevivir, personal de salud que trabaja incesantemente día y noche y el actuar de algunos sectores de la población que incumplen las medidas sanitarias, negando la existencia de la pandemia y/o fomentando la no vacunación frente a la presencia inminente de un proceso amplio de inmunización, nos sitúa en un dilema ético a nivel personal y social.
Detrás de opiniones o conductas del tipo: “Si no me afecta directamente, no me importa”, se esconde un profundo egoísmo que traspasa diversos límites en los que se enmarca una sociedad que pide a gritos ser más saludable, sostenible y con menores brechas de inequidad.
La vía del egoísmo trae consecuencias ingratas no solo para quien la vive y expresa de diversas formas, sino que a la sociedad en su conjunto. Hoy más que nunca es necesario mirar a nuestro entorno con ojos de ciudadanos globales y retornar a las bases que nos hacen seres humanos más valiosos y solidarios.
Comenzar por uno mismo:
Al respecto, existen acciones sencillas que podemos realizar para ser más solidarios con el resto en el marco de esta pandemia:
- Reorientar la perspectiva:
Esto implica asumir que no siempre vamos a tener la razón y que las opiniones de los demás también cuentan y debemos respetar, sobre todo desde el punto de vista científico y del bien común en el marco del cuidado que debemos tener con el resto.
- Ser empáticos:
Es importante ponernos en los zapatos de los demás, en el sufrimiento de personas enfermas y sus familias; en los adultos mayores y otras personas vulnerables.
- Hacer el esfuerzo por dar:
No siempre es fácil actuar de manera compasiva y altruista, porque el egoísmo tiene mucho que ver con cómo nos han educado y la sociedad en la que vivimos, que muchas veces fomenta este tipo de prácticas basadas en el individualismo.
Los seres humanos queremos el placer inmediato, y esto, muchas veces, hace que no tengamos en cuenta a los demás y las consecuencias de nuestras conductas. Por eso es necesario poner de nuestra parte, porque la voluntad es clave a la hora de ser compasivos y amables. Por ello, sigamos las indicaciones, seamos buenos ciudadanos y hagamos valer nuestra voz y opinión con respeto y sustento, pensando en lo que es mejor para todos en su conjunto. Hoy más que nunca, soy porque somos.